Preparando un alegato en defensa de un juez no ratificado por el Consejo Nacional de la Magistratura, tuve la oportunidad de revisar materiales sobre la Independencia Judicial como canon básico que describe el perfil de un buen juez. En particular, llamó mi atención la descripción que hace don Antonio Doñate*, magistrado español, sobre características que paso a comentar:
Un juez preparado técnicamente, dado que la magistratura de hoy exige un buen nivel de argumentación jurídica, el ejercicio de ella supone un conocimiento acabado del área del Derecho en la que el juez se mueva. Ello requiere no sólo buena formación académica, sino una constante actualización sobre los cambios legislativos, las nuevas corrientes doctrinales y en particular, el estado actual de la jurisprudencia. Nuestro juez, idealmente, debe saber más Derecho que quienes litigan en su despacho.
Un juez independiente e imparcial, pero no neutral. Independiente frente a las partes en conflicto y ante cualquier poder real que pretenda influir sobre sus decisiones. Eso no significa que el juez deba alejarse de las cuestiones políticas y morales, pues son ellas las que dan fundamento al Derecho, en particular a la Constitución del Estado. El juez debe promover e intentar optimizar valores como la justicia y la igualdad.
Un juez con poder de decisión, que tenga medios personales y técnicos para cumplir con garantizar los derechos ciudadanos. Nuestro juez no debe temer en el acto de toma de decisión, pues ello nublaría o dilataría en extremo lo que él o ella deben hacer todos los días y en todo momento: DECIDIR. Por supuesto, las decisiones deben tener potencia ejecutiva, si se quedan “pintadas en la pared” sin poder real para cumplirlas, no se alcanzan los altos fines de la magistratura.
Un juez independiente de sí mismo, suelo afirmar que todo tomador de decisión consciente de su rol debe “sospechar de sí mismo”. Sospechar porque tenemos gustos y preferencias personales, solidaridades de grupo, idiosincrasia y formas de ver el mundo que son más coincidentes con unas posiciones que se presentan ante nosotros, respecto a otras que no nos gustan pero que también reclaman carta de ciudadanía. Si el juez es consciente de ello, puede hacer un trabajo maduro, ponderado, inteligente.
Un juez que sepa encajar la crítica pública de sus resoluciones, que no sólo no tema argumentar, sino que sea capaz de explicar su argumentación ante la crítica de la prensa o de la academia. En ocasiones se ha tendido a limitar o simplemente anular el derecho de expresión de los jueces, eso es un error. Los jueces deben dar cara, explicar, persuadir jurídicamente, enseñar sus razones a la ciudadanía.
Un juez utópico, si la entendemos como Galeano** “Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine nunca la alcanzaré ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”.
* DOÑATE, Antonio (2007) “El Juez en un Estado Constitucional de Derecho“ Roxana Jiménez (coord.) INDEPENDENCIA JUDICIAL, visión y perspectivas, Asociación de Jueces para la Justicia y la Democracia, Lima.
** Citado por DOÑATE.
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